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El árbol de yaro: un potencial sostenible

Publicado por:
Mg, G. Anthony Pauca-Tanco.

En tiempos pasados, los yaros estaban aquí no más, subiendo esa cuestita o en las quebraditas que había por aquí. De niños, nosotros comíamos los thaccos (frutos), fingiendo de dulces para aplacar el hambre, después de salir de la escuela o haber jugado un buen rato. Las palabras anteriores fueron un recuerdo comentado por mi padre, y es que, en una de mis salidas de rutina en bicicleta a Yarabamba, pude traer conmigo algunos de los frutos que yo conocía como algarrobo. Más tarde recordando, vino a mi mente que cuando pequeño aún logre ver un yaro, a unos cuantos metros de mi casa. Ahora ese lugar es sencillamente asfalto y cemento (en la actualidad el yaro más cercano se encuentra a 5 km). En ese sentido, queda muy claro que la expansión urbana ha sido preponderante en la reducción de las poblaciones de este árbol.

Fig. 1. Flores de Neltuma calderensis, “yaro”.

Aunque quisiera platicar un poco más sobre los recuerdos con los yaros, lo cierto es que dada mi especialidad (biología), no puedo dejar de dar un tratamiento taxonómico y biogeográfico de esta especie. La determinación científica del yaro, por un buen tiempo, fue incierta, y es que en muchos trabajos se la ha referido como Prosopis pallida, P. pallida var. armata o P. tupayachensis debido a que sus caracteres dejaban cierta confusión. De hecho, pasado un tiempo, el árbol de yaro fue finalmente determinado, nombrándosele como una nueva especie, la cual se denominó P. calderensis (calderensis por su ubicación, y es que se ha registrado una gran cantidad de individuos en la formación batolítica de la Caldera) (Galán de Mera et al., 2017). Pasado un tiempo, y gracias a los estudios filogenéticos y morfológicos, sobre todo teniendo en cuenta los acúleos, el género Prosopis se fue desintegrado, considerando ahora solo los géneros Neltuma y Strobocarpa en América, quedado Prosopis restringida al viejo mundo (Hughes et al., 2022). En ese sentido, el yaro ahora es nombrado como Neltuma calderensis, siendo uno de los pocos árboles endémicos de Arequipa y que sobrevive a las condiciones áridas de nuestro medio. De hecho, es sabido que los algarrobos están adaptados a las condiciones áridas, pues son especies freatofíticas y presentan un armamento para no ser fácilmente consumidos por los herbívoros.

Fig. 2. Parche de Neltuma calderensis, “yaro”, en los alrededores de Yarabamba.

En cuanto a su distribución, se conoce que este sobrevive en los alrededores de la ciudad, sobre todo en la periferia urbana o agrícola, en los distritos de Hunter, Socabaya, Mollebaya y Yarabamba. Justamente en este último distrito, es donde se presenta la mayor densidad de árboles, y no es raro asociar el nombre Yarabamba con el del yaro. Aunque se indica que Yarabamba es una palabra quechua que quiere decir “pampa de yaros o llanura de yaros”, lo cierto es que hoy en día estos árboles no se encuentran precisamente en zonas llanas, sino más bien en terrenos con declive, en los bordes de quebradas o más aún en el interior de las mismas. Tal vez, el vocablo Yarabamba haya sido una modificación del término “yarabaya”, el cual más acertadamente proviene del idioma puquina, la cual es sabido se hablaba en estas zonas del Perú, por lo que su significado podría traducirse en pampa de yaros o región de yaros, tal como sucede con el nombre Mollebaya (región de molles o pampa de molles). No es sin sentido entonces pensar, que desde tiempos preincas este árbol ya se conocía de esta manera y que quizás tenía cierta importancia en aquel entonces. Pero volviendo al tema de la distribución, además de lo indicado antes, es también posible hallar algunos individuos entre los campos de cultivo en las zonas de Characato, Sabandía, Socabaya, lo cual denota su uso para aprovechar de alguna manera algún beneficio que este ofrece.

Fig. 3. Individuo solitario de Neltuma calderensis (con flores), en los alrededores del distrito de Socabaya.

Fig. 4. Mapa de distribución actual de N. calderensis.

Por otro lado, dada mi experiencia en la modelación de nicho ecológico y de distribución, quise realizar una prueba con esta especie, utilizando superficies bioclimáticas que recientemente hemos producido. Tras la realización del modelo con presencias en los distritos de Hunter, Socabaya y Yarabamba, los resultados fueron llamativos, pues se predice zonas de idoneidad en los departamentos de Moquegua y Tacna. Pero, ¿y como verificar o validar los resultados de un modelo? Pues se existen algunas consideraciones para esto, por ejemplo, se puede realizar una prospección con imágenes satelitales y luego realizar visitas, se puede consultar a especialistas, o realizar también revisiones de herbarios o bases de datos de registros para verificar si existen coincidencias entre las áreas recabadas con las áreas modeladas. En ese sentido, primero verificamos las zonas con imágenes satelitales, observándose que en la mayoría de casos donde existe idoneidad se puede distinguir una vegetación arbórea-arbustiva, restringida a los bordes o fondos de quebrada, y es así, que tras una visita realizada a la quebrada de Chapi (donde se observa idoneidad), efectivamente se pudo verificar la existencia de algunos individuos de yaro.

Fig. 5. Nicho ecológico de N. calderensis. Las zonas con tonos mas rojizos indican una mayor idoneidad de hábitat, mientras el color azul indica nula idoneidad. Las fotos pequeñas corresponden a frutos en el sector de Chapi, y a un individuo de yaro en la quebrada de Chapi.

En segundo lugar, se realizó la consulta a especialistas, indicándose, por ejemplo, que en la zona de Omate (Moquegua), se registra a una especie de Neltuma (probablemente N. calderensis), por último, tras verificar puntos de presencia para especies de algarrobos en el Perú, se denota la existencia de un punto en Yacango (Torata, Moquegua), donde también el modelo predijo la idoneidad de hábitat. En cuanto a las zonas hacia el nor oeste del departamento de Arequipa, también el modelo indicó zonas con idoneidad de hábitat, no obstante, no se ha recabado alguna presencia de Neltuma, sin embargo, en la misma conversación que entablé esa tarde con mi padre, mi madre indicaba que, en la zona del Castillo, camino a Chuquibamba, precisamente en el fondo de una quebrada, ella recuerda que también cuando niña, allí pudo observar individuos de Neltuma, de los cuales extraían los “thaccos” y los consumían. Cabe indicar que los modelos de nicho manifiestan la idoneidad de hábitat de las especies, que, si bien en algunos casos los resultados se muestran amplios y no existen registros, esto puede indicar una serie de aspectos a tener en cuenta. Por ejemplo, se puede pensar que, si la especie no ha llegado a algunos lugares con idoneidad, debe de existir alguna barrera geográfica o incluso biológica para su dispersión, también es muy probable que las zonas antes indicadas aún no han sido visitadas por especialistas, que la especie está presentando una reducción de su hábitat debido a un “cuello de botella” genético, o que tal vez allí se encuentren especies muy emparentadas, dejando emerger el concepto de conservadurismo de nicho. Finalmente, con todo lo comentado anteriormente, puedo indicar que el modelo realizado tuvo un buen rendimiento.

Fig. 6. Frutos tipo legumbre de N. calderensis.

Dejando de lado los temas de biogeografía y taxonomía, el yaro merece ya una atención importante por el hecho de ser considerado endémico y por los servicios ecosistémicos que estos árboles ofrecen. Por ejemplo, en cuanto a servicios ecosistémicos, estos árboles fijan y almacenan dióxido de carbono en sus tejidos (mitigación del calentamiento global), brindan cobijo y alimento a especies animales, protegen los suelos frente a la erosión, mejoran la calidad del paisaje, pueden usarse para la recreación natural.

Fig. 7. Individuos vegetativos de Neltuma calderensis, cerca de Yarabamba.

En cuanto a sus usos, estos pueden formar cercos vivos (gracias a sus acúleos) o también pueden ser usados como una fuente alimenticia. Una potencialidad que esta desperdiciada, es su uso en la industria alimentaria, pues los frutos pueden usarse para producir jarabes, edulcorante, harinas, o la ya famosa algarrobina o incluso bebidas espirituosas, las cuales pueden tener una marca de origen, e incluso encontrar algún principio activo, el cual pueda ayudar en algún proceso industrial. En ese sentido, el aprovechamiento sostenible de una especie, brinda un doble beneficio, pues, por un lado, se incentiva la conservación de la misma (sobre todo si es endémica), y se obtiene un beneficio económico, el cual finalmente incrementará la calidad de vida de la sociedad.

Fig. 8. Yaro en quebrada de Chapi.

Finalmente, urge realizar investigación en esta especie, que el entendimiento de su potencialidad como un agente que conforma los ecosistemas áridos va más allá, pues podemos comprender por un lado los servicios ecosistémicos generales que ofrece, así como una oportunidad para un aprovechamiento sostenible de sus recursos.

 

Bibliografía

  • Galán de Mera, A. Linares, E. Montoya, J. Vicente, J. 2019. Prosopis andicola (Algarobia, Caesalpinioideae, Leguminosae), a new combination and rank, and P. calderensis, a new species for mesquite populations from Southern Peru. Phytotaxa, 414 (1).
  • Hughes, C. Ringelberg, J. Lewis, G. Catalano, S. 2022. Disintegration of the genus Prosopis L.  (Leguminosae, Caesalpinioideae, mimosoid clade). Phyto keys, 205: 147–189.