A veinticinco años de la declaratoria de Arequipa como Patrimonio Cultural de la Humanidad, la ciudad vuelve a mirarse con distancia y precisión. Las calles de sillar, atravesadas por transformaciones y persistencias, permiten reconocer un tejido donde arquitectura, memoria y vida cotidiana se han moldeado mutuamente a lo largo del tiempo.
En este marco conmemorativo, el arquitecto investigador de la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa (UNSA), PhD. Carlos Zeballos Velarde, presenta su libro «Arequipa Moderna y Contemporánea II, 1941-2025, una historia urbano arquitectónica» que revisita la identidad urbana desde cuatro dimensiones: la evolución histórica de la ciudad, la historia de la planificación urbana y del territorio, una revisión de los principales estilos arquitectónicos recientes y un análisis detallado de los principales exponentes del acervo edificado moderno y contemporáneo de la ciudad blanca. La obra constituye el primer texto sobre la historia reciente de la arquitectura arequipeña y propone un recorrido detenido y crítico, lejos de la mirada turística, para comprender las tensiones y procesos que han configurado la ciudad.
El texto narra episodios poco explorados y explica cómo Arequipa se reconstruyó tras terremotos, presiones demográficas y oleadas migratorias. El patrimonio, sostiene, no se limita a edificios emblemáticos coloniales o republicanos: es una trama viva que evoluciona con los ciclos sociales, el uso cotidiano y la capacidad colectiva para proteger lo que permanece.
La publicación, financiada por la UNSA, confirma el papel de la universidad como espacio de producción de conocimiento sobre arquitectura y patrimonio. Desde sus laboratorios y centros de investigación surgieron estudios fundamentales sobre el sillar, las dinámicas de crecimiento urbano y los riesgos que enfrenta un centro histórico en constante presión.
El libro también recuerda el aporte de la UNSA en el proceso que llevó a la declaratoria ante la UNESCO y en el cual participó el autor hace 25 años. El trabajo de los alumnos de su Facultad de Arquitectura fue fundamental para mostrar a los evaluadores las características valiosas de los inmuebles históricos de la ciudad. Asimismo, la Oficina Técnica involucró a especialistas egresados de las aulas agustinas, profesionales que elaboraron inventarios, evaluaciones de autenticidad, diagnósticos estructurales y propuestas de manejo que sustentaron el valor universal excepcional de la ciudad. Ese trabajo académico definió criterios que hoy siguen guiando su conservación.
Zeballos Velarde destaca que aquel proceso fue resultado de una articulación técnica en la que la UNSA aportó metodologías y perspectivas multidisciplinarias. La universidad se convirtió en un soporte permanente para las instituciones encargadas de la gestión del centro histórico, aportando evidencia, análisis y actualización constante.
Las páginas del libro también recorren la vida cotidiana que sostiene al patrimonio: barrios tradicionales que persisten frente a la modernización, estructuras urbanas y espacios donde convergen generaciones y la producción proyectual reciente de la ciudad, que es una herencia que también debe ser protegida y valorada. La mirada se desplaza del objeto arquitectónico a la relación entre los habitantes y su territorio.
A veinticinco años del reconocimiento mundial, la presentación de esta obra reafirma la importancia de la investigación académica para comprender la ciudad y anticipar sus desafíos. El aporte de la UNSA continúa siendo decisivo para sostener la identidad arquitectónica de Arequipa y para acompañar la protección de su legado urbano en un contexto de cambio permanente.